Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

Un ministerio lleno de sufrimientos

Pedro Puigvert

 

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Un ministerio lleno de sufrimientos/ 2 Co. 11:16-33

En el texto inmediatamente anterior, el apóstol ha puesto al descubierto las prácticas de los falsos maestros que solo pretendían engañar a la iglesia y para lograrlo habían menospreciado el ministerio de Pablo, el cual tiene que defenderse acerca de la labor que había realizado fundando la iglesia de Corinto, sin reclamar nunca el sostenimiento a que tenía derecho como apóstol del Señor. Eran otras iglesias las que cubrían sus necesidades y eso para evitar que los corintios un día hicieran lo que le acusaban aquellos “superapóstoles” de querer enriquecerse. Ahora, lo que hace es ponerse a la altura de los insensatos que le acusaban y presumir de ello.

    1. La “locura” del apóstol (vv.16-18)
    Pablo echa mano de la ironía como método excelente para decir verdades sin que los demás se sientan ofendidos. La manera de ponerse a la altura de la insensatez que mostraban los corintios al admitir a los falsos maestros rechazándole a él, era tenerse por loco al gloriarse o presumir de su ministerio. Claro que no deben tenerlo por loco porque está cuerdo, pero si hacen caso de sus adversarios que lo reciban como loco, pues así podrá él jactarse un poquito (v.16).
      1.1. Lo que dice, no es según el Señor (v.17). Para que no haya dudas de que habla de manera irónica, lo que dice en el v.16 no es algo que le haya revelado el Señor, sino que es una insensatez como la de uno que desvaría, como hacen los falsos maestros.
      1.2. Jactarse según la carne v.18). Pensando en sus opositores, Pablo se refiere a la carnalidad de los que se ufanan con lo que son y hacen, pero esto proviene de la carne, no de Dios. Con referencia a su vida personal sería jactarse de su origen social, de la formación que ha adquirido, de su status en la sociedad, de su aceptación por la congregación, del grado de autoridad que ha alcanzado. Todos estos son valores meramente humanos. Si es lo que quieren los corintios, pues él también se gloriará haciéndose el loco.

    2. La tolerancia de los corintios (vv.19-21)
    La actitud de los corintios rechazando a Pablo y aceptando todo tipo de vejaciones de los falsos maestros, era una tolerancia incomprensible.
      2.1. No tenía sentido (v.19). El apóstol da un paso más y hace uso de una ironía cáustica, al decirles vosotros que sois tan inteligentes soportáis de buen grado a los insensatos. En realidad lo que les dice es que no son nada sagaces porque se dejan engañar por unos desaprensivos.
      2.2. Peculiaridades de los falsos maestros (v.20). Estos en lugar de predicar el mensaje del Evangelio que nos hace libres, anunciaban un evangelio que esclavizaba, una mención a los judaizantes y ellos los toleraban. Estos, además, los explotaban despojándoles de lo suyo y lo permitían. Se quejaban de Pablo, que no había tomado nada de ellos. Asimismo, se habían enaltecido como si fueran grandes apóstoles para dominar a la congregación y eran tolerantes incluso cuando habían usado la violencia para imponerse. Se habían apoderado del control de la iglesia y los corintios transigían.
      2.3. Lamento de Pablo (v.21). Sin dejar de lado el lenguaje irónico lamenta no haber actuado con más firmeza porque habían sido demasiado débiles: Debería avergonzarme de haberos tratado con tantos miramientos, pero a lo que otro cualquiera se atreva –ya sé que estoy diciendo desatinos- también me atrevo yo. Sin embargo, no quería hacer las mismas cosas que los judaizantes, es decir, esclavizarlos, apoderarse de lo suyo y enaltecerse por encima de los demás. Tampoco deseaba usar la violencia para alcanzar sus objetivos. Pablo no era como aquellos farsantes.

    3. Las credenciales de Pablo (vv. 22-31)
    Si se trata de mostrar los méritos, como hacían sus calumniadores, él puede hacerlo también y superarles, porque dice yo más.
      3.1. Sus antecedentes (v.22). Los falsos apóstoles se jactaban de ser hebreos, seguramente eran de la diáspora que habían perdido sus señas de afinidad, pero Pablo era un auténtico hebreo de hebreos, o sea de padre y madre. Los otros podían ser israelitas, pero él era del linaje de Israel. Podían ser descendientes de Abraham, él también. ¿Dónde estaba la superioridad de los engañadores? No la había.
      3.2. Su ministerio cristiano (v.23a). ¿Son ministros de Cristo? Se pregunta Pablo, si los falsos maestros que se tenían por servidores del Señor, pero comparados con el apóstol no le llegaban ni a la suela de los zapatos. Por eso se apresura a decir: aunque sea una insensatez decirlo, yo más. ¿Por qué razón? Y es ahí donde empieza la lista de sus sufrimientos. Observemos que Pablo no menciona sus grandes éxitos como misionero enumerando la cantidad de iglesias que ha formado, ni el número de personas que se habían convertido, ni a las que ha enseñado las grandes doctrinas cristianas o las cartas que ha escrito a las iglesias para solventar problemas. Se centra en relatar la abundancia de sus trabajos (griego kopos, trabajo esforzado, fatiga, penoso, labor ardua, angustia) como les llama a los sufrimientos que ha padecido en el ejercicio de su ministerio. El ministerio cristiano no consiste en el brillo del púlpito, sino que comporta dificultades de todo tipo: críticas, incomprensión, rechazo, presiones, desprecios, falta de apoyo, etc. etc.
      3.3. Sus sufrimientos (vv.23b-27). Alguien ha dicho que las credenciales de Pablo son cicatrices. Azotado muchas veces, encarcelamientos más abundantes aún, sin contar los peligros de muerte a que estuvo expuesto. En cinco ocasiones recibió de los de su propio pueblo los treinta y nueve azotes de rigor de un culpable. Según Dt. 25:3, el máximo permitido por la ley eran cuarenta azotes, que con el tiempo se redujeron a treinta y nueve para evitar sobrepasarse. Tres veces fue azotado con varas. En Listra fue apedreado (Hch. 14:19). Otras tres veces sufrió naufragios y cuando lo llevaban a Roma estuvo todo un día entero a la deriva. El apóstol viajaba mucho y eso entrañaba muchos peligros en aquel tiempo (v.26). Llama la atención, la mención de los peligros entre falsos hermanos (los judaizantes), como los que se habían infiltrado en Corinto que le amargaban la vida. Los ayunos aquí eran debidos a la falta de alimentos, no voluntarios, pues dice antes en hambre y sed, pasando frío sin tener prendas de abrigo.
      3.4. Su preocupación por las iglesias (vv. 28-31). A todo lo anterior se añadían los padecimientos morales por todas las iglesias y no solo por las fundadas por su equipo misionero. El v. 29 sería lo que llamamos hoy empatía, identificarse con los problemas de sus hermanos. Por eso, si de alguna cosa se podría jactar o gloriar era en su debilidad. Ha abierto su corazón diciendo la verdad delante de Dios.
Conclusión. Termina el recorrido por su vida de servicio con el recuerdo de una experiencia que tuvo poco tiempo después de su conversión (vv.32-33). El ministro del evangelio está expuesto a innumerables pruebas y las ofensas más dolorosas son las que recibe de sus propios hermanos, como Pablo de los creyentes de Corinto. Pero el poder de Dios se perfecciona en la debilidad y con su gracia se pueden superar los obstáculos, tanto externos como internos. No debemos presumir de los éxitos, sino de nuestra debilidad para que el poder de Dios se perfeccione en nosotros. Siendo un apóstol de Cristo no estuvo exento de sufrimientos, pero el Señor estuvo a su lado para ayudarle a superarlos. Esto ocurre igualmente con nosotros.

 


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