Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

El ministerio en vasos de barro

Pedro Puigvert

 

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El ministerio en vasos de barro / 2 Co. 4:7-15

La conjunción adversativa pero con que empieza esta porción tiene su importancia al señalar el contraste que hay entre las gloriosas prerrogativas del ministerio cristiano del nuevo pacto, que el apóstol ha estado exponiendo en el capítulo anterior, con la debilidad y pequeñez del siervo de Dios. De ahí que Pablo, habiendo experimentado en su propia vida la nimiedad de su servicio no podía vanagloriarse de haber tenido grandes éxitos como si estos fueran fruto de su sabiduría y poder. En realidad, lo que había hecho se debía al poder de Dios y es a él a quien tenía que dar toda la gloria. Una coletilla que aparecía a menudo en los escritos de los reformadores, era la frase latina soli Deo gloria. Y el gran predicador de Nueva Inglaterra, Jonathan Edwards, líder del avivamiento de los años 40 del siglo XVIII, desde su conversión, después de la impresión que le causaron las palabras de 1 Ti. 1:17, dijo: “al leer estas palabras vino a mi alma…un sentido de la gloria del ser de Dios; un nuevo sentido diferente de cualquier otra cosa. Me dije a mí mismo qué ser más excelente era este, y qué feliz sería si pudiera disfrutar de ese Dios y ser arrebatado en él hasta el cielo y ¡ser consumido en él para siempre!” Esta debe ser la actitud de todo hijo de Dios y siervo de Cristo.

    1. Un tesoro en frágiles vasijas (v.7)
    El término original traducido por vasija o vaso, según las versiones, se usa para aludir a utensilios de diversos tipos, incluso las velas de una nave; para bienes o artículos domésticos, de personas para el servicio a Dios; objetos de la ira de Dios o de su misericordia; de la condición humana como en este texto aunque más propiamente del siervo de Dios; de un marido y su mujer, quizás también de la esposa con referencia a mantener la santidad matrimonial, como vaso más frágil.
      1.1. La naturaleza del vaso (v.7ª). Es de barro, seguramente una referencia a la creación del hombre formado de la arcilla de la tierra (Gn. 2:7). Esta idea nos muestra su escaso valor, como todo utensilio de barro y ciertamente poco apropiado para contener un tesoro tan extraordinario como es el conocimiento de la gloria de Dios (v.6). El tesoro inmenso de un ministerio de gracia llevado en la debilidad de un cuerpo y un alma, o sea, de la naturaleza humana, a la que los siervos de Dios están expuestos en combates de todo tipo, internos y externos para que el triunfo y la gloria sean siempre de Dios y no atribuible a nuestras fuerzas y poder que son inexistentes.
      1.2. La fragilidad del siervo de Dios v.7b). Hay discusión sobre si la metáfora del vaso se refiere exclusivamente al cuerpo o al conjunto del ser humano. Hay base bíblica para inclinarnos por lo segundo, pero de todos modos sea de una forma o de otra, la realidad es que somos débiles y frágiles. Nuestro cuerpo está siempre expuesto a la enfermedad y la muerte; nuestra psyque (alma) puede sufrir los embates de las enfermedades mentales y dejarnos imposibilitados, como por ejemplo, depresiones, fobias, adicciones, obsesiones, trastornos psicóticos y demenciales. Espiritualmente, se debilita nuestra fe, se enfría nuestro amor y decae la esperanza, tres virtudes básicas. Pero a pesar de todo, Dios ha querido poner el ministerio cristiano en estos débiles e imperfectos siervos, porque de este modo se hace evidente que la excelencia del poder es de Dios y no de nosotros. Eso también es necesario para que seamos más humildes cuando obtenemos victorias espirituales.

    2. Contrariedades de los siervos de Dios (vv.8-9)
    Las expresiones que usa Pablo son fruto de su propia experiencia como siervo de Dios. Ninguna de estas tribulaciones le era ajena, porque las había sufrido todas durante su ministerio. Desde su conversión Dios le mostró cuanto le era necesario padecer por su nombre. Tuvo que realizar su ministerio con tribulaciones.
      2.1. Atribulados en todo (v.8a). Esta palabra en el original tiene un matiz que no se alcanza ver con la sola mención, ya que la idea es de estar apretujados, es decir, en una condición opresiva. El apóstol manifiesta esto porque él había vivido en una situación de opresión por los ataques externos que había sufrido cuando los judaizantes le hacían la vida imposible. Entonces, se veía obligado, o sea presionado a marchar a otro lugar para seguir predicando el evangelio. Pero también experimentó esto cuando los problemas internos de las iglesias le afectaban, entre ellas la de Corinto. Observamos que hay un contraste entre la primera afectación y su resolución en la palabra que sigue. En todas las situaciones Dios obraba con poder a favor de sus siervos, porque podían estar oprimidos, pero no aplastados, que se corresponde mejor que no angustiados.
      2.2. En apuros, pero no desesperados (v8b). Según los expertos, es mejor la traducción “perplejos”. Detrás de este término está la idea de que las circunstancias del ministerio cristiano plantean a menudo algunos interrogantes que dejan perplejo al siervo de Dios y le inducen a vacilaciones sin saber qué hacer. Pero como hizo Pablo, el ministro hoy debe confiar y esperar en el Señor, que no permitirá que caiga en la desesperación.
      2.3. Persecución y abatimiento (v.9). Jesús ya advirtió a los suyos que serían perseguidos, una constante que ha venido produciéndose desde entonces y que se ha recrudecido. Hoy en día está tomando la forma de hacernos invisibles en la sociedad y no pasa nada mientras no molestemos o solo lo más justo. Pero tenemos la promesa de no estar desamparados por el Señor. La persecución lleva al abatimiento, pero sin llegar a la destrucción. Este término en el original no significa extinción, sino ruina, no del ser, sino del bienestar. La Palabra traduce: “nos derriban, pero no consiguen rematarnos”.

    3. El siervo de Dios bajo la mortificación de Jesús (vv.10-15)
      3.1. Un ministerio marcado por el sacrificio (vv.10-12). Todas las parejas de términos de los versículos anteriores encuentran la síntesis en el v.10. El signo de la muerte estuvo presente en la vida de Jesús desde su nacimiento hasta la cruz del Calvario. Toda su vida y ministerio encuentran su razón de ser en el punto central de su obra. Este es el modelo para los siervos de Dios, cuyo ministerio ha de ser una entrega continua al sufrimiento y al desprendimiento personal viviendo en peligro constante (v.11), o sea, el aspecto más sombrío del ministerio, pero no podemos obviar el cariz brillante de la vida de Jesús en nuestros cuerpos o carne mortal. De ahí surge la paradoja: en los siervos actúa la muerte y en los hermanos la vida (v.12) que es el sentido más profundo del ministerio de los siervos de Dios a favor de sus hermanos.
      3.2. Un ministerio marcado por el testimonio (vv.13-15). La fe es la que produce el denuedoen conformidad con lo que está escrito: creemos y, por tanto hablamos. Pero la base y motor del testimonio está en saber que Dios, que es quien resucitó a Jesús, nos resucitará con Jesús. No dice “cómo”, sino “con” porque él es la garantía de nuestra resurrección. A la fe se añade el amor como expresión de la abnegación al padecer por ellos a fin de que abunde la gracia divina multiplicada por las acciones de gracias de muchos. Algunos ven en estas palabras que el apóstol contempla el crecimiento de nuevos convertidos a Cristo, lo cual era un motivo para alabar y glorificar a Dios.
Conclusión. El ministerio del evangelio es un tesoro glorioso que Dios ha puesto en manos de débiles hombres. Para llevarlo a cabo contamos con el poder de Dios el cual nos da la victoria en Cristo. Como vasos de barro lo llevaremos adelante con sufrimiento, pero cuyo fin se traducirá en vida por amor a los hermanos y para la gloria de Dios.

 


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