Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

Autoridad y sensibilidad

Pedro Puigvert

 

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Autoridad y sensibilidad / 2 Co. 2:1-11
En el pasaje anterior, Pablo explica los motivos de no haber visitado la iglesia como les había prometido. Se hubiera encontrado con una situación desagradable y probablemente se habrían abierto heridas de complicada recuperación. Por este motivo se sentía triste y la tristeza no era el mejor estado de ánimo para resolver una situación problemática con el hermano que le había ofendido, el cual había desafiado su autoridad apostólica con palabras insultantes, un agravio que afectaba a la obra que estaba haciendo. Mientras, la iglesia había adoptado una actitud permisiva y eso no podía continuar así. Pablo no se quedó de brazos cruzados, esperando que el asunto se resolviera solo, sino que escribió una carta a la iglesia, carta que se conoce como “dolorosa” o “severa”, la cual debe colocarse entre la primera y esta. En dicha carta exponía a la iglesia su dolor y les pedía que impusieran al ofensor la disciplina adecuada. Era tan fuerte, que después de enviarla, lamentó haberlo hecho (2 Co. 7:8). Aunque la carta se ha perdido, sin embargo, la sustancia de la misma se halla en los capítulos 10 al 12 de esta segunda, en donde defiende su ministerio y menciona el agravio de que había sido objeto. En estos vv., por una parte vemos la firmeza de su autoridad como apóstol, y por otra, su sensibilidad de pastor.
    1. Su autoridad apostólica (vv.1-4) Las cartas apostólicas constituyen el fundamento doctrinal sobre el que se edifica la iglesia (Ef. 2:20).
      1.1. Les ha escrito con claridad (vv.1-2). Él no fue a Corinto como les había prometido, sino que determinó no ir a ellos otra vez, o como traducen otros de acuerdo a una variante, no ir con tristeza otra vez. ¿Cómo iba a recibir consuelo y alegrías de sus penas si él les había entristecido? Por eso decidió escribirles una carta que llevaba toda su autoridad apostólica, escrita con términos muy duros para que produjera un resultado corrector, tal como deseaba Pablo.
      1.2. Les ha escrito con el corazón (vv.3-4). Era necesario que les entristeciera diciéndoles la verdad en amor, el cual era grande por ellos. Esto le producía mucha tribulación y angustia, regado con cuantiosas lágrimas, lo que en boca de Pablo, un hombre fuerte y decidido, es un signo de su inmenso dolor. Pablo muestra su sabiduría en tratar las situaciones susceptibles, en una combinación de firmeza, amor y prudencia. Como dijo Calvino: “es propio de un verdadero pastor llorar él mismo antes de provocar las lágrimas de los demás, sufrir en silencio en sus reflexiones antes de manifestar su indignación, retener para sí mismo más dolor que el que hace sentir a otros”.

    2. Su sensibilidad para perdonar (vv.5-11) La problemática que refleja esta porción en la iglesia de Corinto, era debida a la mordacidad de un miembro de la congregación que había afrentado a Pablo y dirigido un movimiento de oposición contra él. Por lo que podemos conocer, la carta “severa” hizo reaccionar a la congregación acerca del error y el mal que habían hecho, al permanecer pasivos ante un acontecimiento tan grave. De ahí que, dándose cuenta de ello pusieron manos a la obra y castigaron con rigor al ofensor, probablemente en público, el cual se sintió humillado y triste (vv.5-6).
      2.1. En un acto de amor (vv. 7-9). Ocurre que, en la iglesia, cuando se disciplina a alguien o se le corrige por cuestiones de enemistad personal, puede producirse un efecto contrario al buscado y entonces la persona que ha cometido la ofensa se puede sentir desechada por la comunidad y perturbada en el fondo de su corazón de manera que tiene el peligro de hundirse espiritualmente. Este era el riesgo que corría aquel que había ofendido a Pablo y, por tanto, debían evitar que ocurriera eso. La iglesia de Corinto, había actuado correctamente castigando al que injurió a Pablo, pero eso no era todo lo que podían hacer, porque a fin de cuentas era su hermano en Cristo y, ante todo debe prevalecer la finalidad de la corrección que es la restauración del hermano que ha pecado. Ahora, era el momento de manifestar su compasión. Había sido suficiente el castigo que impuso la mayoría, de manera que en aquel momento lo que correspondía hacer era perdonarle y consolarle para que no sea consumido por la excesiva tristeza (v.7). El término literal griego es muy expresivo: “no sea engullido o sorbido”. Aquel hombre se había arrepentido y corría el riesgo de caer en la desmoralización, pero ahora lo que deben hacer es perdonarle y consolarle. Debían darle una prueba de su amor por él perdonándole, o como Dice J.M. Martínez, “sobre ese hermano se debía derramar el bálsamo del amor”. Si ellos habían obedecido cuando Pablo les escribió para que disciplinaran al hermano que le había ofendido a él y a toda la congregación, esperaba asimismo ahora su completa obediencia de perdonarlo con amor (v.9). Este amor, es el amor benevolente, es decir, un acto de perdón sin cortapisas buscando su bienestar espiritual.
      2.2. En reciprocidad del perdón concedido (vv.10-11).Pablo, no solo les insta a perdonar al hermano ofensor, sino que de manera recíproca al perdón otorgado por la iglesia, él también le concedía su perdón. Para ser consecuente, lo que él exigía a los demás, debía cumplirlo también, salvo que fuera un hipócrita. Es más, antes que ellos lo hicieran, él ya le había perdonado por un doble motivo, por amor de ellos a los que debía dar ejemplo y buscar su bien espiritual; por obrar en la presencia de Cristo. Todavía hay un tercer motivo, si no se seguía este tipo de conducta, darían a Satanás una ventaja sobre ellos, en cambio actuando como les indicaba obtendrían una victoria completa sobre el maligno, el cual es incansable en sus maquinaciones contra el pueblo de Dios.

Conclusión Las Escrituras son para nosotros el fundamento en donde debe descansar nuestra fe, como también la guía para saber conducirnos como verdaderos hijos de Dios. La historia de la iglesia nos enseña que el diablo ha obtenido su victoria muchas veces sobre los creyentes por no seguir estos sencillos principios de conducta personal en relación con los demás hermanos y no entender que el perdón es un acto de amor para el bien del prójimo. En las iglesias, los celos, las rencillas, los chismes, la hipocresía y todo tipo de carnalidad han causado enemistades y mucho dolor. Además, todo esto que no proviene de Dios, sino del mundo, desacredita el testimonio cristiano. Los miembros de las iglesias locales, no solo los ancianos o pastores, debemos aprender la magistral lección que nos da en este pasaje el apóstol Pablo y la iglesia de Corinto, en el delicado problema que tuvieron que resolver.

 


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