En la exposición anterior consideramos la colaboración con Dios, tener un ministerio incorruptible y sufrido, y los recursos que Dios nos dado para ejercer el ministerio cristiano. En esta porción Pablo sigue tratando aspectos del dicho servicio, de su relación con la iglesia y sobre la santidad práctica.

1. La cara y cruz del ministerio cristiano (vv.8-10)

1.1. Apariencia y realidad (v.8). Para los que se oponían al ministerio del apóstol, lo que hacía era una deshonra a sus ojos y mala fama, pero esto era solo aparente, porque formaba parte de la calumnia con que le injuriaban y a su ministerio. A veces el ministerio que ejerce un siervo de Dios no es apreciado por los creyentes y lo que es peor es deshonrado con infamias que afectan tanto al ministro como a la obra que está haciendo. Pero lo que importa es la realidad, que para Dios se concreta en la honra y la buena fama. Decía un siervo del Señor que los ancianos son como una estera en la que todos se limpian las suelas de los zapatos y cuando está sucia y vieja la tiran a la basura. Para algunos, el apóstol y sus colaboradores eran unos engañadores, cuando en realidad eran veraces. Unos nos ensalzan y otros nos desprecian; unos nos difaman y otros nos alaban: nos consideran impostores, siendo así que proclamamos la verdad (BLP).
1.2. Desprestigio del ministerio (v.9-10). Con el propósito de menoscabar su ministerio, los detractores decían que Pablo y sus colaboradores eran como desconocidos, castigados, moribundos, tanto moralmente como físicamente. Por este motivo, formaban un grupo de personas tristes y pobres que no tenían nada. Sin embargo, el apóstol replica que era todo lo contrario, pues eran ministros bien conocidos al haber desarrollado una labor intensa de extensión del evangelio, lo que demostraba que estaban muy vivos y aunque los castigaban no les había alcanzado la muerte. Los imaginaban tristes y estaban siempre alegres, parecían pobres y enriquecían a muchos. Daban la impresión de no tener nada y lo tenían todo. ¡Cuántas paradojas! Cuando sucede esto, se resiente la obra de Dios y no hay bendición.

2. El descargo de Pablo (vv.11-13)
Como traduce la Palabra: acabo de desahogarme con vosotros, corintios, y es como si mi corazón se me hubiera ensanchado. Lo anterior era la expresión de una absoluta sinceridad en que el apóstol ha dicho todo lo que llevaba dentro y necesitaba echarlo para hacerles ver que estaban errados.

2.1. Desahogándose con amor (vv.11-12). Aunque se ha expresado sin cortapisas, lo ha hecho con amor. Ha abierto su boca con toda libertad, porque como la iglesia tenía desconfianza hacia él y sus colaboradores debía hablar con toda claridad. Su corazón se había ensanchado porque en él cabían todos los miembros de la iglesia, incluso aquellos que eran sus calumniadores. Nos quejamos del mal ejemplo que dan los políticos, pero en las iglesias también se dan situaciones que los emulan, porque lo que le ocurrió a Pablo se ha repetido frecuentemente. Si había alguna estrechez, esta se hallaba en la mente de ellos. J.M. Martínez, le llama a eso “estenosis espiritual”. La estenosis, en medicina es el estrechamiento de un orificio o conducto corporal. En la iglesia es lo que les ocurre a aquellos que aceptan ideas y juicios sin reflexión, que les mueven a sentir antipatía hacia otros hermanos, con cerrazón mental. Un corazón que padece este mal, limita su capacidad de amar y como es tan estrecho se queda sin lugar para pensamientos buenos y se expone a caer en la avaricia, la malevolencia, la suspicacia y la irritación. Todo esto es un atentado contra el amor fraternal y la comunión cristiana.
2.2. Una llamada a ensanchar el corazón (v.13). El apóstol no quiere que caigan en el estrangulamiento de la mente y por eso les llama a que correspondan con el mismo amor que él ha tenido por ellos. Y lo hace con la ternura de un padre hacia sus hijos y no con un acento autoritativo aunque podía hacerlo por su autoridad apostólica. En situaciones como la que hemos visto, es mejor usar un lenguaje suave que querer imponerse apelando a su autoridad. En ocasiones se pueden solucionar mejor los problemas con miel que con hiel.

3. La desaprobación de los yugos desiguales (vv. 14-18)
De manera inesperada, el apóstol introduce un nuevo tema en su carta que no guarda relación con el anterior. En realidad, el argumento sigue a partir de 7:2, siendo la porción6:14 a 7:1, un paréntesis de un texto para pasar a otro asunto y luego reemprender el que había dejado.

3.1. Una llamada a no unirse con incrédulos (vv. 14-15). La advertencia es a no unirse “en yugo”, una expresión muy vívida y sugerente tomada de la vida del campo. Porque dos bueyes unidos en un yugo deben tener un objetivo común en todo lo que hacen, de manera que en el cristiano se crea una incompatibilidad con el incrédulo porque ambos no tienen el mismo sentir ni la misma visión del mundo. La justicia no puede asociarse con la injusticia en un compañerismo mutuo. De la misma manera la luz no puede tener comunión con las tinieblas. Cristo y Satanás no pueden cooperar nunca. No es que el cristiano no pueda relacionarse con no creyentes, porque sería antisocial y tampoco podría predicarles el evangelio; lo que hace Pablo es advertir de los peligros morales y espirituales de asociarse con personas no creyentes. El ejemplo, más claro son las uniones conyugales, es decir, vivir bajo el mismo yugo un cristiano convertido y un no creyente, como tampoco asociarse en una empresa con alguien que no tiene la misma fe.
3.2. Una llamada a la santidad (vv.16-18). Era evidente que no podía haber acuerdo alguno entre el templo de Dios y los ídolos. La historia de Israel era un cúmulo de despropósitos en este sentido, llegando al colmo de introducir imágenes de ídolos en el templo, cuya consecuencia fue que Dios les castigó con el cautiverio. Asimismo, la iglesia es el templo del Dios viviente y este pueblo tiene que ser santo apartándose de toda contaminación para que Dios habite en medio de este pueblo. Pablo basa su argumento en un texto bíblico (Is. 52:11). Esta relación con Dios demanda una salida del ámbito mundano porque estamos en la esfera del reino (Ap.18:4). Solo así se cumple la promesa de tener a Dios por Padre y ser hijos e hijas del Dios Todopoderoso.

Conclusión. 7:1, viene a ser una aplicación práctica a modo de resumen de lo expuesto. Así que, es una apelación consecuente con lo dicho. Como tenemos tales promesas, lo que necesitamos es limpiarnos de todo cuanto contamine el cuerpo y el espíritu y realicemos plenamente nuestra consagración al Señor viviendo en el temor de Dios. De este modo la totalidad de nuestro ser debe estar dispuesta para el servir al Señor.