Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

El ministerio de la reconciliación

Pedro Puigvert

 

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El ministerio de la reconciliación (2ª Co. 5:14-21)

En la porción anterior, Pablo ha enfatizado la importancia del servicio o ministerio, ya que según lo que hayamos hecho vamos a obtener el galardón cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo. Esta puede ser una motivación para obrar en la iglesia, pero no es la única, ya que en este pasaje se refiere al ministerio de la reconciliación o de paz, del que los creyentes somos embajadores.

    1. La base del ministerio de la reconciliación (vv.14,15,21)
    Para la realización de este ministerio el apóstol estaba motivado por tres poderosas razones que también deberían ser las nuestras.
      1.1. El amor de Cristo (v.14). Había una influencia vigorosa que actuaba en él y esta era el amor de Cristo que le constreñía y se había manifestado en su muerte para la salvación de los pecadores. El verbo que ha sido traducido por constriñe tiene una fuerza inusitada, pues significa comprimir apretar, estrujar. El mismo verbo lo hallamos también para expresar la situación de Jesús cuando una mujer que tenía flujo de sangre se acercó a él y le tocó y el Señor preguntó quién había sido y Pedro le dijo: la multitud de aprieta y oprime.Así el amor de Cristo debería apretujarnos para servirle, es decir, actuar como presión sobre nuestra voluntad para servirle. ¿Hay motivación mayor?
      1.2. La muerte de Cristo (vv.15, 21). Si el amor no es suficiente, ahí está su muerte que tiene una dimensión universal, es decir, uno murió por todos, hecho pecado por nosotros. La primera frase que se repite cuando dice y por todos murió, ha entrado en el debate sobre el alcance de la muerte de Cristo, si murió por toda la humanidad o solamente por los elegidos. Como ya expuse hace meses, en un artículo en EC, de una manera o de otra finalmente hay una coincidencia, porque aunque Cristo murió por todos, solamente se salvan los que creen, que coincide con los elegidos. El planteamiento es diferente, pero el resultado es el mismo. Lo que el apóstol hace es mostrar el resultado de la muerte de Cristo en los creyentes, es decir, que ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió por ellos. ¿Es realmente así en nosotros? ¿Tiene Cristo prioridad en nuestras vidas o las tienen las cosas que nos ocupan? El seguidor de Cristo tiene que negarse a sí mismo y seguirle a él. Además, al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios (v. 21NVI). ¡Extraordinario versículo que expresa dos de las grandes doctrinas de la Biblia sobre la salvación! En primer lugar nos enseña que la muerte de Cristo fue vicaria, es decir, sustitutoria, pues Cristo murió a favor nuestro; en segundo lugar, nos instruye sobre la justificación del pecador al recibirla mediante la fe.
      1.3. La resurrección de Cristo (v.15). Si hubiera citado solo la muerte no tendría mucho sentido que instara a vivir para Cristo, por eso añade y resucitó por ellos. ¿Somos conscientes que la resurrección de Cristo es también a nuestro favor? ¿En qué sentido? Porque tenemos vida en él, ya que el poder de su resurrección es la fuente de la vida para nosotros ahora y aquí y un día completará nuestra salvación cuando seamos resucitados a imagen suya.

    2. Los efectos para el ministerio de la reconciliación (vv.16-17)
      2.1. Una renovación completa (v.16). En respuesta al amor y la obra de Cristo a nuestro favor, el resultado es una entera renovación espiritual. Toda la vida del creyente es situada en un plano superior en que todas las cosas se contemplan desde otra perspectiva, como traduce la NVI: Así que de ahora en adelante no consideramos a nadie según criterios puramente humanos (v.16). Este es un principio de gran valor a la hora de tomar decisiones porque debemos analizar todas las cosas desde elenfoquede nuestra condición de hijos de Dios y a la luz de las enseñanzas de la Biblia, no dejándonos llevar por razonamientospropios de nuestra formación cultural o intelectual. Ni siquiera si a Cristo hemos conocido de esta manera como Pablo, el cual había sabido de Cristo por la decisión del sanedrín cuando le condenaron y él se había convertido en su perseguidor. Ahora conocemos a Cristo de una manera completamente diferente, de acuerdo a la revelación bíblica, especialmente lo que hemos leído en los evangelios.
      2.2. Una nueva creación (v.17). La transformación que había ocurrido en Pablo, no estaba limitada al ámbito de los criterios humanos, había sido una experiencia mucho más profunda que afectaba a la totalidad de la persona, puesto que todos los que estamos en Cristo, somos nuevas criaturas. O sea, hemos nacido de nuevo cuando estábamos muertos en nuestros pecados. De manera que las cosas de nuestra vida anterior han quedado atrás y todas son hechas nuevas. Toda nuestra vida ha sido orientada hacia Cristo.

    3. La práctica del ministerio de la reconciliación (vv.18-20)
    La realidad de la nueva creación no es una obra que hayamos realizado nosotros mismos para conseguirla, sino que proviene de Dios, ya que él ha tomado el impulso en todo lo referente a nuestra salvación y reconciliación.
      3.1. Dios nos ha reconciliado consigo mismo (vv.18-19). Como enseña Ro. 5:10, el hombre es enemigo de Dios, a causa de nuestro pecado y, por tanto, estamos condenados, pero Cristo tomando sobre sí mismo la carga de nuestro pecado pagó la culpa expiándola en la cruz para que el hombre pueda reconciliarse con Dios. Así que los que éramos enemigos hemos hecho las paces con él, es decir, Dios nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo. A través de su sacrificio, ha puesto al mundo en la posición de reconciliación con Dios, no tomándoles en cuenta a los seres humanos sus pecados, no porque no tengan importancia o no merezcan el castigo, sino porque han sido expiados por Cristo en la cruz. El pensamiento religioso impulsa al ser humano a tomar la iniciativa para conseguir el favor de Dios y aplacar su ira, pero el bíblico es todo lo contrario, ya que es Dios el que pone los medios para reconciliarnos con él. Pero para los ya reconciliados hay una tarea que hacer.
      3.2. Ser embajadores en nombre de Cristo (v.20). Dios nos ha encargado a nosotros la palabra de la reconciliación. Solamente aquellos que han experimentado la reconciliación están en condiciones de comunicar a otros lo que esto significa, como embajadores de Cristo. El ministro cristiano y por extensión todos los creyentes deben ser embajadores que anuncian a sus semejantes que deben arrepentirse y creer en Cristo para reconciliarse con Dios. Ser embajadores de Cristo es la ocupación más magnífica que podemos hacer. Un embajador es el representante de su país en otro, pero él no puede hablar ni actuar por su propia cuenta, sino en sintonía con el gobierno que le ha dado la responsabilidad. Así nosotros, como embajadores de Cristo, tenemos que predicar el mensaje del reino: el evangelio de salvación.
Conclusión. Hemos visto lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo y ahora en la condición de nuevas criaturas nos ha dado un ministerio glorioso: ser embajadores de Cristo en este mundo que vive de espaldas a Dios. Todo cuanto hagamos tiene que estar de acuerdo con el propósito por el que hemos sido enviados a cumplir con una misión.

 


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