Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

Osadía contra los acusadores

Pedro Puigvert

 

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Osadía contra los acusadores / 2 Co. 10:1-6

A partir de este capítulo y hasta el final de la carta, el apóstol se dirige a los adversarios que le acusaban y que afectaba su ministerio. Podían ser los falsos maestros que intentaban debilitar su influencia para establecer la de ellos o también algunos miembros de la iglesia que por las razones que hemos visto en los capítulos precedentes no estaban convencidos de los argumentos del apóstol y continuaban oponiéndose. Tenemos, pues, en este capítulo y los que siguen un ejemplo de cómo debe actuar un siervo de Dios cuando su ministerio es puesto en entredicho. Como apóstol podía ejercer su autoridad con poder, pero prefiere andar por el camino de la humildad. Sin embargo, el cambio de tono con los capítulos anteriores, mostrándose más intenso, ha hecho pensar a algunos eruditos que estos cuatro capítulos finales formaron parte de la carta llamada severa que les había escrito antes de esta. El conflicto con los opositores no había cesado y ahora se propone escribir osadamente para terminar con las denuncias de los que le acusaban falsamente.

    1. Su osadía por estar ausente (vv.1-3)
    Observamos que Pablo emplea habitualmente el plural porque escribe la carta juntamente con Timoteo, salvo cuando se refiere a situaciones personales como aquí, en que usa la primera persona del singular con énfasis: Yo Pablo. Responde a los acusadores porque los ataques eran contra él y no contra el equipo misionero.
      1.1. Acusación de doblez (v.1). De manera indirecta,lo deducimos por lo que dice el apóstol. Le acusaban de tener una conducta poco ecuánime: cuando estaba presente se mostraba humilde, mientras que por carta,al estar ausente, era muy atrevido y duro. En persona, era un cobarde que no se atrevía a decir las cosas a la cara y un valiente cuando se parapetaba detrás de una epístola. Para sus detractores no tenía un criterio fijo con el que enfrentarse a ellos (v.10). Sin embargo, al citar los argumentos de sus adversarios, en el fondo lo que hace Pablo es defenderse con ironía, un recurso que usará varias veces.
      1.2. El ruego del apóstol (v.1). Aunque se mostrará muy combativo, empieza con un ruego sobre la base de dos atributos de Cristo: su mansedumbre y su ternura que deben servirle de modelo. Que no se engañen sus acusadores, él sigue un tipo de conducta inspirada en Cristo, aunque para ellos era una debilidad.
      1.3. La advertencia del apóstol (v.2). Tomando los mismos términos, Pablo pasa al ataque para advertirles que no se confíen, pues cuando vaya a Corinto, tenga que hacerme el valiente –arrestos me sobran para ello- (LP). Entonces no se producirán malos entendidos, ni podrá ser acusado de doblez, porque hablará con la dureza que le atribuyen a sus escritos. Se propone ir directamente contra esos que me acusan de proceder por motivos humanos (BLP).Él no puede tolerar que piensen que se conduce según la carne.
      1.4. Andar en la carne no es según la carne (v.3). Se trata de dos realidades distintas: confiesa que andamos en la carne, de nuevo usa el plural, porque eso significa que se trata de toda condición humana que se corresponde con las limitaciones propias de la debilidad de los hombres rodeados de tentaciones y miserias. En cambio, militar según la carne, es comportarse de acuerdo a nuestra naturaleza corrompidahaciendo las obras de la carne (Gá. 5:19-21) que pertenecen al viejo hombre y se hallan en oposición al fruto del Espíritu. Si andamos en el Espíritu no satisfaremos los deseos de la carne.

    2. Las armas del siervo de Dios (vv.4-6)
      2.1. No son carnales (v.4). Pablo, no desempeñaba su ministerio según las formas del mundo de su tiempo y en su lucha por la extensión del evangelio no recurría a las armas carnales, como por ejemplo, la dialéctica o a ciertas técnicas de oratoria que le ayudarían a convencer a la gente. Por el contrario eran armas poderosas en Dios de manera que podían destruir fortalezas, como veremos en qué consisten en el versículo siguiente. Por oposición a las armas carnales, entendemos que las suyas eran espirituales y las únicas que sirven para llevar a cabo la obra de evangelización. Cuando en el siglo pasado eran habituales las campañas masivas de evangelización, los evangelistas invitados a anunciar el evangelio, por regla general hacían un llamamiento a la conversión al final de su predicación, algunos usando técnicas psicológicas o la atracción de su personalidad para que los que querían entregarse a Cristo pasasen al frente delante de la plataforma. Luego, en sus informes, publicaban el número de “conversiones” que habían tenido lugar en un sitio o en otro. Incluso recuerdo en un caso, cuando el número de “convertidos” en una noche era escaso, el evangelista invitaba a los creyentes a consagrar nuevamente su vida a Cristo. Otros usaban versículos sacados de contexto, dándoles diferente sentido al que tenían para provocar que pasasen delante. No habían aprendido de Pablo que eso no debía hacerse.
      2.2. Son armas espirituales (v.5).Para poder derribar las fortalezas del diablo se necesitan armas poderosas que Dios facilita para llevar a cabo la comisión de predicar el evangelio por el poder del Espíritu Santo. Las fortalezas que hay que derribar son los argumentos o los razonamientos y poner en evidencia toda suerte de falacia o de altanería que se alce contra el conocimiento de Dios (BLP). Los razonamientos son las conclusiones lógicas de la razón humana. La altivez sugiere una fortaleza que se alza de manera orgullosa y desafiante contra el conocimiento de Dios, de manera que el objetivo de la predicación del evangelio es el de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. En cuanto a Pablo, pretendía anular los argumentos de sus detractores y con la iglesia corintia sujetarlos a Cristo. Por medio del anuncio del evangelio podemos destruir los argumentos de aquellos que se oponen a Dios y llevarlos a una entrega incondicional a Cristo. Para esta tarea es necesario contar con la iglesia, pues la obra de Dios no es la labor de unos cuantos francotiradores que actúan por su cuenta, sino el ministerio que Cristo mandó a su pueblo.
      2.3. El uso de la disciplina (v.6). Aun habiéndose expresado con claridad, podía haber en Corinto un foco indómito, por eso Pablo redondea su exposición esperando el apoyo de la mayoría de la iglesia y proceder con severidad a castigar toda desobediencia. Y estoy preparado para castigar cualquier rebeldía, una vez que vuestra obediencia sea perfecta (BLP). Cuando la exhortación no surte efecto, es necesaria la disciplina.
Conclusión. En este texto hemos visto que lamentablemente en la iglesia puede haber personas o grupitos que se opongan falsamente a los siervos de Dios sin motivos reales y que es lícito que estos se defiendan con mansedumbre para poner al descubierto las falacias de los acusadores. Además, en nuestra lucha para predicar el evangelio debemos usar armas espirituales, no carnales, porque la conversión de los pecadores es una tarea del Espíritu Santo y nosotros somos solo instrumentos en sus manos que debemos comunicar las buenas nuevas.

 


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