Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

Comparecer ante el tribunal de Cristo

Pedro Puigvert

 

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Comparecer ante el tribunal de Cristo /2ª Co. 5:9-13

En los versículos que preceden a esta porción, Pablo ha expresado el deseo de ser revestidos de la habitación celestial o lo que es lo mismo estar con el Señor. Pero el apóstol no deja de lado el presente, porque si Dios nos tiene en este mundo es con unos objetivos. Mientas vivimos en este mundo debemos confiar siempre en el Señor cumpliendo con su voluntad, sabiendo que un día deberemos comparecer ante el tribunal de Cristo.

    1. El deseo de agradar al Señor (v.9)
      1.1. Buscando serle agradables (v.9). Este es el primer objetivo señalado aquí. ¿En qué consiste este deseo? Si nos atenemos al significado intenso que la palabra procurar tiene en el original, es buscar con afán, o sea, esforzarse sin descanso para agradar al Señor, dela misma manera que se busca el honor. Agradarle es complacerle y lo que se haga que sea aceptable. ¿Nos preguntamos a lo largo del día si lo que vamos a hacer o lo que hacemos agrada al Señor? ¿Recibirá su aprobación o no lo aceptará? Por eso tenemos que examinar nuestra conducta a la luz de la palabra de Dios para conocer lo que le agrada.
      1.2. Buscando servirle (v9). La mejor manera de agradar al Señor es sirviéndole y este es el mayor honor que el creyente puede tener. Y lo que más deseaba el apóstol era servir bien mientras estuviera en este mundo. Seguramente el servicio comportará cansancio, pero lo importante es que merezca la complacencia del Señor. Hoy en día, en las empresas se habla de optimizar los servicios y los recursos. A veces, nosotros damos la impresión que podemos servir al Señor de cualquier manera y cantamos: “da lo mejor al Maestro” ¿es cierto eso?

    2. Una comparecencia necesaria (v.10)
    Esta comparecencia ante el tribunal de Cristo, no es para ser juzgadospor nuestras obras en relación con la salvación, como si pudiéramos salvarnos por obras. Sabemos muy bien que la salvación es por gracia por medio de la fe y no por obras, ya que por ellas nadie se justificará delante de Dios. Lo que enseña la Escritura es que una vez hemos sido salvados, como el árbol que da frutos, así también nosotros debemos hacer las buenas obras que Dios ha preparado de antemano.
      2.1. Para recibir el premio (10a). Cada uno va a recibir según lo que haya hecho mientras ha vivido en este mundo, es decir, habrá un galardón para todos los que hayan servido fielmente al Señor, tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo. Es decir, se premiará la calidad del servicio y también la cantidad. Las parábolas de los talentos y de las minas lo ilustran perfectamente. También la ley de la siembra y la siega (cf. 9:6). Esta comparecencia para recibir el premio tendrá lugar en el regreso de Cristo (Ap. 22:12).
      2.2. Según lo que hayamos hecho (v.10b). La comparecencia ante el tribunal de Cristo para los salvados mostrará muchas cosas que han estado ocultas a los ojos de los demás, porque se verá lo que hemos hecho de bueno o de malo, o sea, lo que hemos hecho bien o mal. El Señor analizará también las intenciones de los corazones, no solo lo que se ha hecho, sino con qué intención se ha hecho (1 Co. 4:5). Puede que hayamos hecho obras para satisfacer nuestro ego o para promocionarnos y buscar la alabanza de los hombres. Estas pertenecen al campo de lo malo, porque no las hemos hecho para agradar al Señor. Quizás, percibimos que hemos hecho lo malo y esto nos llena de inquietud ante la necesaria comparecencia ante el tribunal de Cristo, pero no podemos olvidar que él no solo es juez, sino también compasivo con los que ha salvado. No obstante, hemos de procurar hacer siempre lo bueno.

    3. Poner de manifiesto lo que somos (vv.11-13)
    “Conscientes del respeto merece el Señor, nos esforzamos en convencer a los demás, pues lo mismo que nuestra vida no tiene secretos para Dios, espero que tampoco lo tenga para vosotros” (v.11, La Palabra). Las cosas que decimos deben estar respaldadas por lo que hacemos, de lo contrario pierden toda efectividad. Los adversarios del apóstol buscaban la manera de descalificarle para ejercer su ministerio, por eso era importante señalar su transparencia.
      3.1. Lo que somos ante Dios y los hombres (v.11). El hecho de tener que comparecer ante el tribunal de Cristo es consciente del temor del Señor, un respeto reverencial que conduce a una conducta recta no solamente delante de Dios, sino también de los hombres a los que hablamos de Cristo. ¡Cuánto daño ha hecho el testimonio que no está respaldado por una vida cristiana santa! Por el testimonio inconsecuente de algunos cristianos, Gandi no abrazó el evangelio, aunque estaba fascinado de Cristo.
      3.2. Abandonando las apariencias (v.12). El apóstol no tiene necesidad de recomendarse a ellos, sino darles ocasión de que estén complacidospor Pablo y Timoteo, compañeros en la obra de Diosy de este modo podían desmentir a los que ponían en entredicho el ministerio que realizaban. Sus detractores se dejaban llevar por las apariencias y no por la realidad. Aquellos que falsamente acusaban a Pablo no miraban el corazón que solo conoce Dios y la persona misma y pensaban que el apóstol se jactaba de su ministerio cuando el verdadero motivoera buscar el gozo de sus hermanos que les conocían bien. Debemos ir con cuidado cuando juzgamos lo que hacen otros no sea que nos fijemos solo en lo superficial y no veamos lo que hay en el fondo.
      3.3. Las experiencias son para Dios (v.13). Este versículo no podemos desligarlo de lo que antecede, aunque entraña dificultades de comprensión. Al parecer guarda relación con las experiencias extraordinarias que tuvo Pablo y que sus adversarios usaban para decir que estaba loco, pero el apóstol dice que si había dado la impresión de estar fuera de sí, lo había hecho por Dios, es decir, si había traspasado los límites en cuanto a su ministerio o experiencias extáticas lo había hecho para la gloria de Dios. Y si había sido moderado, sereno y condescendiente, lo había hecho por amor a ellos.
Conclusión Mientras vivamos en este mundo debemos esforzarnos mucho en agradar a Dios en todo lo que hacemos. Debemos servirle lo mejor posible, porque cuando Cristo vuelva nuestras obras tendrán que pasar por la prueba del tribunal de Cristo. Por otro lado, debemos manifestarnos como realmente somos y no aparentar lo contrario. Esto es fundamental para el testimonio, ya que no debe haber contradicción en nosotros.

 


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