Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

El gran poder de Dios

Pedro Puigvert

 

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El gran poder de Dios / 2ª Corintios 9:8-15

Sigue el apóstol avanzando en la conclusión de los principios que deben mover a los creyentes a ser generosos en dar para bendición de los que reciben los dones. Continúa estando presente el pensamiento expresado con anterioridad, de la ley de la siembra y la siega, así como la gracia de la generosidad de dar voluntariamente con alegría como uno se propuso en su mente.

    1. El poder de Dios nos mueve a dar en abundancia (v.8-9)
    Dios es poderoso, con referencia a dos aspectos que quiere que haya abundancia:
      1.1. Para suplir nuestras necesidades (v.8ª). Dios es el que hace que nosotros podamos ser colmados de bendiciones, que aquí se expresa como abundar en toda gracia, en el sentido que es Dios el que nos favorece porque de manera soberana ha decidido hacerlo. Esto no significa, como dice la herética teología de la prosperidad que por el hecho de ser creyentes Dios tiene la obligación de bendecirnos económicamente, sino que el hacer pertenece a su voluntad y no a la nuestra. Fijémonos que el objetivo del Señor es que tengamos todo lo suficiente, no que seamos multimillonarios. Esta forma de pensar de una corriente neopentecostal se centra en el hombre y su bienestar y transforma a Dios en un poder a nuestro servicio, a la iglesia en un supermercado de la fe y la religión en un fenómeno utilitarista que se parece al “sueño americano”.
      1.2. Para suplir las necesidades del prójimo (v.8b, 9). Es decir, abundar en toda buena obra. Para formular este pensamiento el apóstol de apoya en el salmo 112:9, aunque también debe tenerse en cuenta el v. 3 del salmo. Si hacemos una comparación de nuestro texto con el salmo, porque a fin de cuentas la Biblia se complementa en todas sus partes, llegaremos a la conclusión que Dios concede a sus hijos los medios apropiados para que puedan dar a los pobres en su necesidad. Esta forma de actuar del creyente es propia de una persona justa, es decir, actúa en justicia y esta permanece para siempre. La justicia es la cualidad moral más elevada y digna de la persona. La lección del salmo repetida en este contexto, enfatiza la vocación que el creyente tiene de compartir algo o mucho de lo que ha recibido del Señor para los menos favorecidos. Cuando se acerca Navidad, casi todo el mundo se siente generoso y participa en las campañas de recogida de alimentos y donativos. Pero no es este el espíritu de nuestro texto, sino que siempre debe haber una disposición para hacer buenas obras y una de ellas es dar a los pobres. Lo que los corintios y nosotros poseemos es don de Dios y de lo que Dios nos ha dado podemos aportar para el bien de otros como enfatiza el versículo siguiente.

    2. La providencia divina es la base de la abundancia (vv.10-11)
    Se entiende por providencia, un término que deriva del latín providentia, que significa "previsión". La palabra es usada para expresar la idea bíblica de "la sabiduría y el poder que Dios continuamente ejerce en la preservación y gobierno del mundo, por los fines que se propuso lograr". "La providencia trata del apoyo de Dios, cuidado y supervisión de toda la creación, desde el momento de la primera creación hasta todo el futuro en la eternidad". Por tanto, el concepto de la providencia, es opuesto al deísmo, el cual asevera el desinterés de Dios en el mundo y al panteísmo que confunde al Creador con la creación; además es el polo opuesto de la "suerte" o "casualidad", que ve los eventos del mundo como incontrolables y sin ningún elemento de propósito benevolente.
      2.1. Dios provee de semilla y de pan. (v.10). Este es un ejemplo de lo que significa la providencia divina, cuando provee de lo fundamental para poder comer. No solo esto sino que además hay una promesa de bendición de parte de Dios. El apóstol, se basa en Is. 55:10, cuandodeclara que Dios después de haber dado la semilla al sembrador, la hace germinar y fructificar para su alimento y para sembrar nuevamente, multiplicará de la misma manera la siembra de la beneficencia cristiana de la iglesia para que produzca los frutos de nuestra justicia, de forma que aumente muestra aportación para los desfavorecidos.
      2.2. Consecuencias del obrar justo (v.11). El fruto de nuestra generosidad es que nosotros somos los más favorecidos, o enriquecidos con un objetivo, para toda liberalidad, término que significa simplicidad manifestada en un dar generoso. En este contexto el significado es que los pobres de Jerusalén que serían los receptores que se beneficiarían de la benevolencia generosa de los macedonios y de los corintios, darían gracias a Dios por haberles provisto de aquella ayuda recibida a través de sus hermanos gentiles.La consecuencia directa de nuestro obrar es que produce acción de gracias a Dios en los que reciben nuestra ofrenda generosa. De ahí la importancia que tiene la acción de gracias, porque es más que ser agradecidos ya que motiva la oración a Dios y forma parte de la alabanza que le damos.

    3. Los efectos de la liberalidad cristiana (vv.12-15)
      3.1. La ministración de este servicio (v.12). El apóstol reitera el mismo pensamiento que le ha conducido a decir que colmados de riqueza se puede repartir con una total liberalidad que redunda en acciones de gracias, pero añade algo más que coloca la ofrenda generosa a un nivel superior. El término traducido por ministración es diakonía que aquí tiene el sentido de aliviar las necesidades de alguien supliendo cosas indispensables para la vida. Y servicio es la traducción de un término que literalmente es liturgia y está tomado del servicio sacrificialde los sacerdotes y levitas bajo la ley, utilizado por Pablo como metáfora del deber de las iglesias de servir con los bienes materiales para los pobres. O sea, lo eleva al nivel de culto.
      3.2. La glorificación de Dios (v.13). Esta alabanza a Dios es elevada por aquellos que recibirían la generosa ofrenda que es una respuesta de obediencia al evangelio de Cristo de los dadores. Quizás los cristianos judíos podrían tener alguna reticencia en recibir la ayuda de los gentiles, pero esta se disiparía al darse cuenta de su generosa contribución y fomentaría la comunión entre unos y otros.
      3.3. El estímulo a la oración (vv.14-15). Además de la acción de gracias a Dios y a los dadores, también motivaría a los receptores a sentirse más unidos a las iglesias en amor y a orar por los creyentes pues verán en esto una gran manifestación de la gracia de Dios en los corintios y los demás. Destaca, pues, la oración intercesora siempre de gran bendición, tanto por el que ora como por el que es objeto de la oración. En este punto, el apóstol de manera exultante eleva una oración de gratitud a Dios. Aquí, el don inefable es la gracia de Dios que produce la generosidad en los creyentes. Pero algunos comentaristas ven también el don de Cristo, que al hacerse Hombre expresa el supremo desprendimiento de Dios al entregar a su Hijo por nosotros.
Conclusión Nuestro Dios tiene poder para colmarnos de bendiciones y no solo para nuestro disfrute, sino para suplir las necesidades de los más desfavorecidos. En su providencia, el Señor nos da lo indispensable.

 


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