Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

La ayuda para los santos

Pedro Puigvert

 

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La ayuda para los santos /2 Co. 9:1-7

Aunque la forma de división de la Biblia nos sitúa en un nuevo capítulo, sin embargo, el tema sigue siendo el mismo que el del capítulo precedente: la ofrenda para los creyentes pobres de Jerusalén, llamada aquí ministración, un término que en el original es diakonías que significa servir para aliviar las penurias de alguien supliendo cosas necesarias para la vida. En este caso fue debido a la hambruna que hubo en Judea y como había muchas iglesias judeo-cristianas, las iglesias gentiles se volcaron en enviar ayuda para sus hermanos, superando las barreras étnicas, porque ante todo eran hermanos en Cristo.

    1. Preparación de la ayuda (vv.1-2)
    Con mucha prudencia, el apóstol les recuerda la necesidad de tener preparada la ofrenda para poder enviarla, en vez de reprocharles su negligencia en recogerla, pues llevaban un año en el proceso de recogida. Es como si temiera ofenderles por volver a repetir lo que les había dicho antes. En realidad no haría falta que les escribiera nuevamente, porque…
      1.1. Conocía su buena voluntad (v.2). Los corintios habían expresado su deseo de participar en la ofrenda promovida por Pablo, pero una cosa son los buenos deseos y otra su ejecución en la práctica. El apóstol había llegado a “presumir” (gloriarse) entre los de Macedonia por la excelente disposición de los corintios, diciéndoles que ellos ya habían preparado la ofrenda y no quería que quedaran en mal lugar y además podían acusar a Pablo de mentir. Acaya es el nombre de la provincia donde estaba Corinto y se usa como sinónimo. El celo que se suponía en hacer efectiva su buena voluntad había estimulado a la mayoría de los de Macedonia a hacer lo mismo. De manera que los corintios debían entender que tenían la responsabilidad de hacer lo que se habían comprometido. Debemos ir con cuidado de expresar nuestros deseos en hacer algo y luego quedarnos de brazos cruzados o echarnos atrás. Debemos ser consecuentes entre lo que decimos y lo que hacemos.

    2. Recogida de la ayuda (vv.3-5)
      2.1. El equipo de recogida (v.3). El apóstol no debía estar muy convencido de que los corintios hubieran terminado de reunir la ofrenda tal como habían expresado, cuando envía al equipo mencionado en 8:16-22 y ahora se limita a decir, he enviado alos hermanos. ¿Por qué los envió? Para que todo lo que he presumido de vosotros no quede reducido a la nada (V.LP). Podría ocurrir, como así fue, que ellos no hubieran sido muydinámicos en recoger una ofrenda a la altura de la buena voluntad que habían manifestado. Debido a esto, los de Macedonia podían pensar que el apóstol había exagerado cuando había puesto a los corintios como ejemplo e incluso que les había mentido para conseguir su objetivo. Él siempre se muestra trasparente.
      2.2. Pablo no quería quedar en ridículo (v.4.). Por eso les pide que estén preparados, por si él les visitara acompañado de algunos macedonios, pues esperarían comprobar lo que les había dicho el apóstol y les podían hallar desprevenidos, de manera que tanto Pablo como los mismos corintios se sentirían avergonzados si todavía no tenían la ofrenda preparada. Había confiado en su palabra de que estaban dispuestos a dar una ayuda para los santos y si no lo habían hecho le dejarían en ridículo.
      2.3. La necesidad de enviar a los hermanos (v.5). El temor de que los corintios no hubieran terminado de recoger una ofrenda abundante como se habían comprometido, es la razón del envío de Tito y de dos colaboradores más para conseguir la preparación de la generosidad que habían manifestado y dejarlo todo listo. Aquella ofrenda no era del resultado de una exigencia de Pablo, cosa que como apóstol podría haber hecho, sino de un deseo de la iglesia de contribuir con su donativo para paliar una necesidad urgente de sus hermanos en la fe. Pasa muchas veces que los deseos másrespetablesen un momento dado se evaporan al cabo de poco tiempo si no se llevan a cabo. Recordemos aquella anécdota de aquel matrimonio que había decidido dar un ternero para la obra del Señor y a la hora de la verdad se murió el que supuestamente era para el Señor. Se piden voluntarios para hacer algo en la iglesia y se apuntan varios y a la hora de la verdad muchos se excusan con un “no puedo”.

    3. Una ayuda generosa (vv.6-7)
      3.1. En base a la ley de la siembra y la siega (v.6). Si tenemos en cuenta que los corintios habían expresado su voluntad de dar para este fin, estos versículos expresan la importancia de dar generosamente. Para ello el apóstol echa mano de una ley de la naturaleza que es incontrovertible, la relación que existe entre la siembra y la siega: quien siembra con miseria, miseria cosechará; quien siembra a manos llenas, a manos llenas cosechará (V.LP). Primero depende de lo que decidimos, pero debe haber una relación entre lo que tenemos y lo que damos. El Señor Jesucristo también enseñó lo mismo en el sermón del monte sobre el juzgar a la ligera cuando dijo: dad y Dios os dará: él llenará hasta los bordes y hará que rebose vuestra bolsa. Os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los demás (Lc. 6:38). De ahí se desprende un principio general sobre el dar, ya sea dinero, tiempo o cualquier cosa: nunca puede ser algo improvisado, sino siempre deliberado.
      3.2. Dando con alegría (v.7). El principio que se desprende es que debemos dar de manera voluntaria y con gozo según lo que nos hemos propuesto. Como dice otra versión no debemos dar a regañadientes ni por compromiso, como si nos sintiéramos obligados a ello. El dar es un privilegio y un gozo porque podemos participar en la obra de Dios para el bien del prójimo, tanto en sus necesidades como en la extensión del reino de los cielos. No damos por lo que esperamos recibir, sino de lo que hemos recibido de Dios, porque todo es suyo.
Conclusión De este pasaje podemos obtener algunas lecciones importantes para nosotros con relación a las ofrendas. En primer lugar, son consideradas un servicio de ayuda para suplir necesidades. No pasemos por alto que la buena voluntad en dar o en hacer algo, carece de valor si no lo llevamos a cabo. Si no somos responsables con los compromisos adquiridos otros deberán suplir nuestra negligencia. Dios espera que seamos generosos en dar, no algo, si no a nosotros mismos que es el verdadero culto a Dios.

 


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