Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

Transformados a semejanza del Señor

Pedro Puigvert

 

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Transformados a semejanza del Señor/2 Co. 3:17-4:6

Aunque hemos pasado de un capítulo a otro, sigue el argumento sobre el nuevo pacto y de manera especial está pensando en la distinción entre el ministerio de la letra y el ministerio del espíritu. El primero es perecedero mientras que el segundo es eterno (v.11). Si olvidamos eso, la frase el Señor es el Espíritu (v.17), la desligaremos de lo dicho anteriormente y la interpretaremos erróneamente en diferentes sentidos, como algunos han hecho, viéndola unos como una evidencia de la divinidad del Espíritu Santo y otros como una identificación del Espíritu con el Señor. Nadie niega que el Espíritu Santo sea Dios en cuanto a la esencia, pero en cuanto a la persona son distintos. Como señalan los comentaristas, Pablo aquí no está teologizando ni haciendo proposiciones metafísicas sobre la naturaleza divina. Lo que quiere mostrar es que mientras la ley establecía normas externas de conducta, Cristo transforma la vida de la persona desde el interior de ella. La conversión a Cristo de un judío era pasar de la letra que esclaviza al espíritu de libertad, porque donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (cf. Gálatas).

    1. Transformados de gloria en gloria (v.18)
    Pasar del estado de servidumbre bajo la ley, al régimen de libertad en Cristo comporta una serie de beneficios, como ser hechos hijos de Dios, tener acceso a su misma presencia y avanzar en el camino de la santificación y el ministerio.
      1.1. El origen de la transformación (v.18). Este tiene lugar cuando miramos a cara descubierta la gloria del Señor. En la medida en que vivimos cerca de Dios, su gloria nos es participada para mostrarla a otros, como Moisés cuando entraba en la presencia de Dios y se le trasmitía su gloria, pero delante del pueblo tenía que cubrirse el rostro con un velo. El creyente, debería reflejar la gloria de Cristo, aunque todavía de modo imperfecto como la imagen que aparece en un espejo de metal. Por el Espíritu del Señor, nuestra vida va siendo transformada a su imagen cada vez más nítida.
      1.2. Una transformación progresiva (v.18).Transformados, lit. es “metamorfoseados”, una palabra tomada de la biología que expresa los cambios que sufren algunos insectos desde su nacimiento hasta la madurez, como por ejemplo el gusano de seda. De un huevo, salen las larvas que se alimentan de hojas de morera y cambian cinco veces de piel y van construyendo el capullo de seda quedando encerradas dentro y allí se transforman en una crisálida y luego en mariposa que rompe el capullo y vuelta empezar el ciclo. Estos sucesivos cambios ilustran muy bien la transformación del creyente que desde su nuevo nacimiento va de gloria en gloria hasta alcanzar la madurez. No es una transformación inmediata, sino progresiva, en el camino de la santificación.

    2. Transformados para el ministerio (vv.1-2)
    En los vv., precedentes, Pablo dice que Dios les hizo ministros competentes de un nuevo pacto y ahora vuelve referirse al ministerio, con referencia al suyo en primer lugar y también el de sus colaboradores, que es aplicable hoy a los ministros del evangelio, pero también a todos los creyentes, puesto que el término diaconía significa servicio y todo cristiano es llamado a servir a Cristo.
      2.1. Un ministerio según la misericordia de Dios (v.1).El ministerio cristiano no es un servicio que podamos decidir por nuestra cuenta, quizás por sentirnos cautivados por aquellos aspectos atractivos del mismo, como por ejemplo, el púlpito, sino que es un don recibido de Dios que en su misericordia nos llama a servirle, quizás de manera nada visible a los ojos de los demás. Hubo un tiempo, en el siglo pasado, en que entre los varones jóvenes su máxima aspiración era subir al púlpito, sin tener ninguna preparación, ni bíblica ni espiritual, y lo que es peor, sin haber recibido de Dios el llamamiento para este ministerio. No hace falta decir que los que hacían esto fracasaban estrepitosamente. El ministerio cristiano implica una responsabilidad y debe ser vocacional. Si es Dios quien lo concede, el ministro será prosperado. De ahí que Pablo puede decir no desmayamos al haberlo recibido por gracia.
      2.2. Un ministerio íntegro (v.2). El servicio a Dios debe ser hecho con la integridad que demanda el evangelio. Algunos de los acusadores del apóstol eran unos hipócritas que ocultaban sus opiniones de manera vergonzosa, además de emplear el engaño, la astucia y adulterar la palabra de Dios, interpretándola de forma interesada y sin ningún criterio válido, solo para sacar provecho. Quizás dichos acusadores formulaban contra él estos reproches, que el apóstol niega de manera tajante, al renunciar a estas prácticas indignas. Por el contrario, su ministerio se caracterizaba por la manifestación de la verdad. Así podía recomendarse sin sonrojo a toda conciencia humana delante de Dios, o sea, los que le escuchaban predicar podían discernir si el mensaje estaba respaldado por su conducta.

    3. ¿Por qué el evangelio está encubierto para muchos (vv.3-4)
    Probablemente, Pablo se refiere a los judíos (3:14). Pero siempre ha habido personas que al anunciarles el evangelio no han respondido al mensaje, aunque este estuviera respaldado por la integridad del que lo proclama.
      3.1. Está encubierto a los que se pierden (v.3). A veces, nos preguntan por qué hay personas que han escuchado durante años el evangelio, no se han convertido al Señor. Aquí tenemos una doble respuesta. En primer lugar, son los que se están perdiendo o van camino hacia perdición, los que se obstinan en vivir al margen de Dios Personas que aman más la tinieblas que la luz. También se desprende que no todos a los que se les predica el evangelio se van a convertir. Algunos creen y otros lo rechazan.
      3.2. Está encubierto por la acción de Satanás (v.4).
      El dios de este siglo, ha cegado el entendimiento de los incrédulos. El problema puede parecer intelectual y lo es, pero sobre todo es moral, una actitud de rebeldía hacia Dios fomentada por el diablo. Así son incapaces de distinguir la luz del evangelio de la gloria de Cristo que es la imagen de Dios. Sin embargo, en este tiempo pueden volverse a Dios si aceptan su palabra (Hch. 17:34). La gloria de Cristo se manifestó en la transfiguración y Pablo la vio en el camino de Damasco (Hch. 9:3). Cristo es la imagen de Dios (He. 1:3).

    4. Transformados para predicar el evangelio (vv. 5-6)
    El centro de la predicación del evangelio no es otro que el Cristo glorioso. De esta manera sale al paso de los que decían que predicaba para beneficio propio.
      4.1. El evangelio de Cristo como Señor (v. 5). Anunciar el evangelio no es predicarnos a nosotros mismos, como hacemos a veces cuando hablamos más de nosotros que de Cristo. Él es el Señor al que debemos fidelidad y, por tanto, la predicación del evangelio es por amor de Jesús.
      4.2. El evangelio que iluminó nuestros corazones (v.6).
      El origen es Dios y nos recuerda que al principio de la creación dijo: “sea la luz”. No obstante, no es la luz lo que resplandeció en nuestros corazones, sino Dios mismo, del cual vemos su gloria en el rostro de Cristo.
Conclusión. Transformados por el Espíritu del Señor debemos avanzar en nuestra vida sirviéndole que es la manera más maravillosa predicando el evangelio.

 


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