Sermones sobre la 2ª carta a los Corintios

El sostenimiento de los ministros del evangelio

Pedro Puigvert

 

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El sostenimiento de los ministros del evangelio/ 2Co. 11:7-15

Aunque este texto no trate específicamente del sostenimiento de los ministros del evangelio, sí que se menciona con relación a Pablo y se puede trasladar como aplicación para todos los tiempos. Este es un tema candente, pues siempre ha tenido defensores y detractores, como había en Corinto y el apóstol tiene que defenderse, aumentando su tono irónico del que hace gala en todo el capítulo.

    1. Su rechazo de su sostenimiento por los corintios (vv.7-9)
      1.1. ¿Había pecado por anunciarles el evangelio de balde? (v.7). Algunos pensaban que por este hecho su ministerio era inferior al de aquellos detractores del apóstol que él llama “superapóstoles” que habían ido a Corinto y estaban siendo sostenidos por la congregación. Si en alguna cosa había sido inferior, humillándose, para que los corintios fuesen enaltecidos, era en que no quiso ser sostenido por la iglesia, como previendo que esto podría ser motivo de conflicto, de manera que como misionero predicó el evangelio en Corinto sin recibir remuneración alguna de ellos.
      1.2. Aceptación de su sostenimiento por otras iglesias (vv.8-9). Sin embargo, tenía que comer y para poder hacer su labor sin recibir nada de los corintios, aceptaba los donativos que le enviaban los hermanos de Macedonia, los cuales daban de corazón reconociendo su ministerio. Cuando empezó su labor misionera en Corinto y tuvo necesidad, no quiso ser carga a nadie de la iglesia. Además, sabemos por Hch. 18:1-3, que cuando llegó a Corinto en su segundo viaje misionero, dedicaba parte del tiempo al trabajo manual fabricando tiendas en el negocio de Aquila y Priscila, como fuente de sostenimiento. Escuché una vez al Secretario de una misión suiza, que dijo que no aceptaban misioneros que no tuvieran un oficio, porque si por alguna razón no recibían el sostenimiento de las iglesias, siempre podrían mantenerse con su trabajo. Como Pablo.

    2. ¿Por qué actuó Pablo de esta manera? (vv. 10-12)
      2.1. Apela a la verdad en Cristo que está en él (vv.10-11). Su decisión de no recibir donativos de ellos, era una gloria, una jactancia, que nadie podía impedirle en Acaya, la región donde estaba Corinto. Jactancia, tiene en castellano un sentido negativo, pero aquí quiere decir que tenía la satisfacción de haber hecho algo que era verdadero y que nadie podía privarle, porque tenía sus razones. ¿Por qué lo hizo? ¿Era acaso una falta de amor hacia ellos? Así podían entenderlo. A estas preguntas retóricas el apóstol no responde ni en un sentido ni en otro, sino con un Dios lo sabe. Los corintios también debían saberlo a menos que la influencia de los adversarios del apóstol les hubiera privado del discernimiento. Los corintios conocían el amor de Pablo por ellos y como se había esforzado predicándoles el evangelio y formando una iglesia instruyéndola en la vida cristiana. Nunca podrían decir que lo había hecho en beneficio propio, porque nunca recibió estipendio alguno de ellos. Aparte de si es sostenido o no por la iglesia, el siervo del Señor debe trabajar siempre con tesón por el desarrollo espiritual de sus hermanos en la fe, ministrando la palabra de Dios con pasión y fidelidad.
      2.2. Había actuado por amor a ellos (v.12). Seguramente sus detractores le habían acusado falsamente de que les había predicado el evangelio para beneficiarse y de ahí su negativa a recibir algún tipo de compensación económica. Había actuado así por amor a ellos y además con esto enseñaba a la congregación de que no debía hacer caso de sus acusadores, pues corrían peligro. Por este motivo, seguiría haciendo lo mismo para evitar que los difamadores lograran su objetivo, y eso es para desenmascarar a esos que presumen de ser como nosotros (BLP), a fin de quitar todo pretexto a aquellos que, buscando toda oportunidad para hacerse iguales a nosotros se jactan de lo que hacen (NVI).

    3. ¿Quiénes eran los difamadores del apóstol (vv. 13-15)
      3.1. Sus características (vv.13-14). Formaban parte del grupo de judaizantes que no solo boicoteaban el ministerio del apóstol allí donde predicaba el evangelio, sino que habían ido a Corinto haciéndose pasar por lo que no eran, es decir, apóstoles de Cristo, como si hubieran sido investidos de autoridad apostólica, pero eran falsos y fraudulentos. El término falsos en el original se puede traducir también por mentirosos. O sea, que su objetivo era engañar y por eso se disfrazaban haciéndose pasar por lo que no eran. Podemos imaginarnos el peligro que comportaban y algunos en Corinto habían caído en sus redes para atacar a Pablo y sus colaboradores. Fraudulentos, literalmente significa engañosos como obreros, ya que en realidad solo pretendían aparentar que eran apóstoles e introducir sus ideas erróneas que menospreciaban la gracia de Dios. No debía sorprenderles, pues no era ninguna maravilla, ya que su maestro era Satanás, un especialista en disfrazarse como ángel de luz, cuando era un ángel de las tinieblas. Satanás se presenta de manera seductora como hizo cuando usó a la serpiente para hablar con Eva y engañarla distorsionando la verdad.
      3.2. Disfrazados como ministros de justicia (v.15). No debía extrañar a nadie que aquellos que tenían por maestro al diablo se disfrazaran de servidores de justicia, cuando estaban lejos de la verdad porque solo hablaban mentira. Lo que ocurría en Corinto, se reprodujo a lo largo de la Historia de la Iglesia, con la aparición de falsos maestros que generaron nuevos movimientos heréticos y aunque algunos desaparecieron, sin embargo, sus ideas están ahí y de vez en cuando rebrotan en las iglesias causando división, desorientación en los creyentes y en los más débiles que apostaten de su fe. Pero tendrán el final que merecen sus acciones (BLP). Pablo cierra esta sección de la carta anunciando un fin terrible para los falsos ministros de Cristo. Sus perversiones no pueden quedar sin castigo.
Conclusión Este pasaje tiene dos partes diferenciadas. Por un lado está la cuestión del sostenimiento de los obreros cristianos que son dignos de su salario, pero el ministro debe cuidarse de que esto no provoque conflictos y saber discernir los que le dan por amor a su ministerio y los que no. Por otro lado, las malas prácticas suelen ser fruto de una mala doctrina. Esto nos obliga a examinar concienzudamente las Escrituras para no ser engañados por los maestros de la mentira, cuyo castigo será terrible

 


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