Milagros en tiempos de crisis
Pedro Puigvert
Después de la resucitación del hijo de la sunamita, Eliseo volvió a Gilgal, donde había una escuela de profetas bastante numerosa. Gilgal era una localidad con fuertes resonancias históricas, situado al este de Jericó, donde Dios ordenó a Josué que circuncidara a los varones que habían nacido en el desierto. También fue la base de operaciones después de cruzar el Jordán para emprender la conquista. Cuando Eliseo llega se encuentra que había una gran hambre y que probablemente es la misma que él anunció a la sunamita en 8:1-6. Como responsable de la escuela, tenía que dar de comer a cien hombres y ordena a su criado que prepare una olla grande para hacer un potaje (v.38).
No parece que los estudiantes dispusieran de suministros para cocinar un potaje y por eso fue necesario ir al campo a buscarlos.
Estamos en el mismo contexto de la hambruna que se padeció en Israel. Un hombre que procedía de Baal-salisa, una localidad de la tierra de Efraín, vino a Gilgal para donar 20 panes de cebada y grano nuevo que resultaron insuficientes para una comunidad de cien hombres.
Conclusión. Dos episodios en tiempos de crisis, uno pudo ser fatal y el otro una bendición. En ambos casos intervino Dios de manera misericordiosa.
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