Estudios bíblicos

Los profetas no literarios

Nueva misión para Elías

Pedro Puigvert

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Elías

1 Reyes 17:8-24

Dios sigue protegiendo al profeta.  Yahweh le manda que se dirija a Sarepta de Sidón, para que  una viuda le sustente en lugar de los cuervos. Sarepta estaba situada  a unos 13 km. de Sidón en la costa mediterránea de Fenicia. Elías tuvo que andar desde Querit, al este del Jordán e irse al oeste lejos de Samaria.

  1. El encuentro con la mujer viuda (vv. 10-16)
  2. Obedeciendo el mandamiento de Dios, Elías llegó a Sarepta y tenía que identificar a la viuda. No fue un encuentro casual sino providencial y para saber que era ella tuvo que probarla, una prueba en tres secuencias. Aquella mujer era pobre y su situación estaba agravada por la sequía.

    1. Le pidió un vaso de agua (v.10). Para comprobar si era una mujer amable y servicial. La petición está formulada en forma de ruego, lo que denota la cortesía y el respeto del profeta. Ella no puso objeciones, dejó de recoger leña y se  fue a buscar agua.
    2. Le pidió un bocado de pan(vv.11-12). Podía dar la impresión que estaba abusando de su amabilidad, pero después de un largo camino Elías tendría hambre. La mujer  confiesa que solo tiene un poco de harina y aceite para ella y su hijo. Cuando se termine, morirán.
    3.  Le pidió que le hiciera primero una torta para él (vv.13-16). Podemos pensar que Elías era un egoísta, pero debía estar seguro que se trataba de aquella mujer. Su fe también era probada, porque la mujer que debía sustentarle no tenía recursos. ¿Qué haría el Señor? Una vez superada la prueba, vino la bendición, porque la harina de la tinaja no escaseó ni el aceite disminuyó hasta el día que volvería a llover. Así, los tres pudieron sostenerse por muchos días. Fue una obra de la providencia de Yahweh (v.14). Es un ejemplo de cómo hemos de confiar en Dios en todas las circunstancias adversas de la vida.

  3. La superación de una dura prueba (vv. 17-24)        
  4. La viuda podía haber pensado que aquel milagro   podría extenderse a la solución de sus problemas  y que recibir al profeta en su casa era una bendición que le protegería de todo mal, incluido la enfermedad y  muerte de su  hijo. De esta echó la culpa a Elías, porque le había cogido por sorpresa. En las pruebas repentinas necesitamos mucha templanza para mantener la confianza y la sumisión a Dios. 

    1.   La muerte del hijo de la viuda (vv. 17-18). Para aquella mujer, la pérdida de su hijo era una tragedia porque ya no tendría a nadie que la cuidara en su vejez. Todo su afecto estaba volcado en su hijo y de ahí que sus esperanzas se esfumaran. Por otro lado, este hecho forma parte del misterio de la providencia divina. Debemos pensar que nadie está exento de las desgracias de la vida. La enfermedad y la muerte nos pueden afectar en cualquier momento y los creyentes no estamos libres.
    2. La oración de Elías. (vv. 19-24). Subió al niño a su habitación y oró a Yahweh, entre la queja y la pena. Su fe fue probada. Él tenía la misión de ser misericordioso y ahora sufría por lo que Dios había hecho. Pero clamó a él con todas sus fuerzas tendido sobre el niño, que ceremonialmente implicaba contaminación, pero no le importó. Esto le repitió tres veces, como insistiendo que volviera el alma al niño. Dios respondió a su oración y el alma dio vida al cuerpo.

Conclusión. La viuda, que era gentil, reconoció en Elías a un siervo de Dios. En su conducta observamos agrado sin quejarse por la comida, gracia al tratar a la mujer cuando esta le acusó de la muerte de su hijo. Su testimonio fue impecable.



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