Pedro Puigvert
Introducción
No te harás imagen
No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano
Acuérdate del día de reposo
Guardarás el día de reposo para santificarlo
No tendrás otros dioses
No matarás
No cometerás adulterio
No hurtarás
No hablarás contra tu prójimo falso testimonio
No codiciarás la casa ni la mujer de tu prójimo
Honra a tu padre y a tu madre
Una mentira nos libra de una invitación indeseada, de hablar con otra persona si no tenemos ganas, de asistir al trabajo un día. Puede ayudarnos a hacer un buen negocio, pero destruirá la confianza a la larga. Se ha descrito la política como el arte de mentir. Muchos matrimonios acaban en divorcio porque la palabra de los cónyuges ya no tiene ningún valor. La aplicación de este mandamiento se amplía en Éx. 23:1-3. La discriminación positiva no tiene cabida en las pautas dadas por Dios y es otra forma de quebrantar el noveno mandamiento.
La mentira se define, según la psicóloga Lourdes Palacio, "como el comportamiento de alguien que, aunque está en condiciones físicas o psíquicas de decir una verdad, escoge intencionadamente engañar a alguien sin que el destinatario lo haya pedido". Según los expertos la mentira es una práctica que se inicia a los cuatro años y se ejercita toda la vida por los más diversos motivos". Al haber tanta proliferación de la mentira, nuestra sociedad necesita poner una serie de controles para verificar lo que decimos y ahí hace su aparición la burocracia.
Todo tiene que estar justificado por un documento, ya sean facturas, recibos, permisos, contratos, declaraciones, etc. A veces, para un cristiano, lo que más de le cuesta abandonar de la vieja naturaleza es la mentira y aunque tiene la dicha de conocer la verdad, no siempre camina en la verdad, porque es posible hablar de la verdad y andar en la mentira. Mentir tiene raíces profundas y nos enfrentamos, no sólo a un pecado, sino contra nuestra vieja naturaleza entera atrapada en las redes de la mentira. Históricamente se han dividido las mentiras en tres categorías: maliciosa, jocosa y necesaria.
Es otro tema apasionante que debemos dejar para otra ocasión ya que necesita una discusión muy amplia.
Así, pues, cualquiera que se cruza en mi camino es mi prójimo. por tanto, la aplicación de este mandamiento no se limita a nuestro círculo de miembros de la iglesia local, sino que debemos cumplir con la palabra dada, incluso con los enemigos.
Ante la gravedad de su papel podemos entender los motivos que tenía Dios para advertir con este mandamiento sobre el testimonio falso y de alguna manera salvaguardar el ejercicio de la justicia. Además, si los jueces descubrían a uno como testigo falso debía recibir el castigo que el acusado hubiera merecido (Dt. 19:16-19). El Señor prohibió matar, adulterar y robar en los mandamientos anteriores a éste, pero para conseguirlo de modo que puedan salvaguardar la vida, el matrimonio y la propiedad se necesitan instituciones legales.
El testigo falso era un gran peligro. Además de todo esto, la expresión "falso testimonio" indica que puede haber varias formas de falsedad. Oseas 4.2 menciona cinco pecados que recuerdan los diez mandamientos. El noveno busca proteger la reputación de la persona, la cual corría un riesgo especial en los tribunales de justicia. Hay varias formas de falsedad:
Conclusión:
El Catecismo de Heidelberg resume este tema así: "En la corte y en todo lugar, debo amar la verdad, decirla y confesarla con sinceridad y hacer todo lo que pueda por defender y promover el honor y reputación del prójimo.
La lengua hace un daño incalculable, cuando está llena de veneno, pero se puede usar para practicar la sabiduría de lo alto (Stg. 3:1-7)".
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