La Biblia

Reina Valera 1960

 

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Salmos

Capítulo 78


1 [Masquil de Asaf.] Escucha, pueblo mío, mi ley; Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
2 Abriré mi boca en proverbios; Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,
3 Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.
4 No las encubriremos a sus hijos, Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su potencia, y las maravillas que hizo.
5 Él estableció testimonio en Jacob, Y puso ley en Israel, La cual mandó a nuestros padres Que la notificasen a sus hijos;
6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,
7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandamientos,
8 Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu.
9 Los hijos de Efraín, arqueros armados, Volvieron las espaldas en el día de la batalla.
10 No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley;
11 Sino que se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado.
12 Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
13 Dividió el mar y los hizo pasar; Detuvo las aguas como en un montón.
14 Les guió de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego.
15 Hendió las peñas en el desierto, Y les dio a beber como de grandes abismos,
16 Pues sacó de la peña corrientes, E hizo descender aguas como ríos.
17 Pero aún volvieron a pecar contra él, Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;
18 Pues tentaron a Dios en su corazón, Pidiendo comida a su gusto.
19 Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?
20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, Y torrentes inundaron la tierra; ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo?
21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó; Se encendió el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel,
22 Por cuanto no habían creído a Dios, Ni habían confiado en su salvación.
23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos,
24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, Y les dio trigo de los cielos.
25 Pan de nobles comió el hombre; Les envió comida hasta saciarles.
26 Movió el solano en el cielo, Y trajo con su poder el viento sur,
27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Como arena del mar, aves que vuelan.
28 Las hizo caer en medio del campamento, Alrededor de sus tiendas.
29 Comieron, y se saciaron; Les cumplió, pues, su deseo.
30 No habían quitado de sí su anhelo, Aún estaba la comida en su boca,
31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, E hizo morir a los más robustos de ellos, Y derribó a los escogidos de Israel.
32 Con todo esto, pecaron aún, Y no dieron crédito a sus maravillas.
33 Por tanto, consumió sus días en vanidad, Y sus años en tribulación.
34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya,
35 Y se acordaban de que Dios era su refugio, Y el Dios Altísimo su redentor.
36 Pero le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían;
37 Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto.
38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía; Y apartó muchas veces su ira, Y no despertó todo su enojo.
39 Se acordó de que eran carne, Soplo que va y no vuelve.
40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, Lo enojaron en el yermo!
41 Y volvían, y tentaban a Dios, Y provocaban al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de la angustia;
43 Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán;
44 Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, para que no bebiesen.
45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían.
46 Dio también a la oruga sus frutos, Y sus labores a la langosta.
47 Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con escarcha;
48 Entregó al pedrisco sus bestias, Y sus ganados a los rayos.
49 Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores.
50 Dispuso camino a su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida a la mortandad.
51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto, Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.
52 Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un rebaño.
53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos.
54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, A este monte que ganó su mano derecha.
55 Echó las naciones de delante de ellos; Con cuerdas repartió sus tierras en heredad, E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.
56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios;
57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres; Se volvieron como arco engañoso.
58 Le enojaron con sus lugares altos, Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.
59 Lo oyó Dios y se enojó, Y en gran manera aborreció a Israel.
60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo, La tienda en que habitó entre los hombres,
61 Y entregó a cautiverio su poderío, Y su gloria en mano del enemigo.
62 Entregó también su pueblo a la espada, Y se irritó contra su heredad.
63 El fuego devoró a sus jóvenes, Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.
64 Sus sacerdotes cayeron a espada, Y sus viudas no hicieron lamentación.
65 Entonces despertó el Señor como quien duerme, Como un valiente que grita excitado del vino,
66 E hirió a sus enemigos por detrás; Les dio perpetua afrenta.
67 Desechó la tienda de José, Y no escogió la tribu de Efraín,
68 Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sion, al cual amó.
69 Edificó su santuario a manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre.
70 Eligió a David su siervo, Y lo tomó de las majadas de las ovejas;
71 De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase a Jacob su pueblo, Y a Israel su heredad.
72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos.


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