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Hijo mío, está atento a mi sabiduría, Y a mi inteligencia inclina tu oído, |
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Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia. |
| 3 |
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite; |
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Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como espada de dos filos. |
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Sus pies descienden a la muerte; Sus pasos conducen al Seol. |
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Sus caminos son inestables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida. |
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Ahora pues, hijos, oídme, Y no os apartéis de las razones de mi boca. |
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Aleja de ella tu camino, Y no te acerques a la puerta de su casa; |
| 9 |
Para que no des a los extraños tu honor, Y tus años al cruel; |
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No sea que extraños se sacien de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño; |
| 11 |
Y gimas al final, Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo, |
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Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión; |
| 13 |
No oí la voz de los que me instruían, Y a los que me enseñaban no incliné mi oído! |
| 14 |
Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación. |
| 15 |
Bebe el agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo. |
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¿Se derramarán tus fuentes por las calles, Y tus corrientes de aguas por las plazas? |
| 17 |
Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo. |
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Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, |
| 19 |
Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre. |
| 20 |
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, Y abrazarás el seno de la extraña? |
| 21 |
Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas. |
| 22 |
Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su pecado. |
| 23 |
Él morirá por falta de corrección, Y errará por lo inmenso de su locura. |