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Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. |
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Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. |
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Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; |
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y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. |
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Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. |
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Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? |
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Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. |
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Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. |
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Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. |
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Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. |
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Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, |
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diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. |
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El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? |
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Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. |
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¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? |
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Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. |
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Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: |
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He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; |
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y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará. |
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Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. |
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Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. |
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Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. |
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Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. |
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Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. |
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Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. |
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Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, |
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y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; |
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como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. |
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Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. |
| 30 |
Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! |
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Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! |
| 32 |
Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? |
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Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. |
| 34 |
Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron. |