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¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra, Y sus días como los días del jornalero? |
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Como el siervo suspira por la sombra, Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo, |
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Así he recibido meses de calamidad, Y noches de trabajo me dieron por cuenta. |
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Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba. |
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Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; Mi piel hendida y abominable. |
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Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza. |
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Acuérdate que mi vida es un soplo, Y que mis ojos no volverán a ver el bien. |
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Los ojos de los que me ven, no me verán más; Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. |
| 9 |
Como la nube se desvanece y se va, Así el que desciende al Seol no subirá; |
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No volverá más a su casa, Ni su lugar le conocerá más. |
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Por tanto, no refrenaré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y me quejaré con la amargura de mi alma. |
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¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, Para que me pongas guarda? |
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Cuando digo: Me consolará mi lecho, Mi cama atenuará mis quejas; |
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Entonces me asustas con sueños, Y me aterras con visiones. |
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Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación, Y quiso la muerte más que mis huesos. |
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Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre; Déjame, pues, porque mis días son vanidad. |
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¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, Y para que pongas sobre él tu corazón, |
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Y lo visites todas las mañanas, Y todos los momentos lo pruebes? |
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¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva? |
| 20 |
Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me pones por blanco tuyo, Hasta convertirme en una carga para mí mismo? |
| 21 |
¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no existiré. |