La libertad cristiana

El Pacto de la Ley y el Pacto de la Gracia

Pedro Puigvert

 

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Lectura Gálatas 4:21-31 - 5:1
Gál 4:21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?
Gál 4:22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.
Gál 4:23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.
Gál 4:24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.
Gál 4:25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.
Gál 4:26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.
Gál 4:27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.
Gál 4:28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
Gál 4:29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.
Gál 4:30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
Gál 4:31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Concluye el apóstol su argumento de la salvación por gracia y la condenación por la ley, ilustrándolo con una alegoría que está tomada de la historia de Abraham, un personaje bíblico que aparece citado en varias ocasiones en esta epístola. Pero antes de continuar debemos decir algo sobre lo que Pablo mismo denomina alegoría (v. 24). En la Biblia tenemos muchas figuras de lenguaje figurado, pero no se limitan a palabras o frases simples, sino que a veces hallamos formas más extensas, como por ejemplo la alegoría. Ésta es una sucesión de metáforas combinadas en forma de narración, como la que hemos leído que, por cierto, es la única que tenemos en el NT. Una alegoría famosa en la literatura evangélica es la obra "El Progreso del Peregrino" de Juan Bunyan. No obstante, debemos distinguir entre la alegoría y la alegorización.

La primera es un supuesto figurativo de algún hecho o historia, la segunda es un método de interpretación en el que el intérprete da arbitrariamente al texto un significado que se aparta del pensamiento y el propósito del autor, método del que debemos huir para no falsear el mensaje de la Biblia. ¿Por qué convierte Pablo en alegoría la historia de Abraham, Agar, Sara y sus hijos? Según Trenchard, "Pablo lo emplea frente a los gálatas que se hallaban en peligro de ser arrastrados por los judaizantes, como si dijera: 'Os hago ver vuestra locura siguiendo los métodos de vuestros falsos enseñadores'".

  1. La historia de Abraham como alegoría de los dos pactos (vv.21-23)
    Pablo introduce la alegoría con una pregunta: ¿No habéis oído la ley? Sin embargo, la historia que sigue no pertenece a la ley en sentido estricto, sino que debemos entenderlo en sentido amplio como referido a todas las Escrituras. El apóstol recuerda a sus lectores una etapa de la época patriarcal que usa para mostrar la incompatibilidad entre la vida-bajo la ley y la vida bajo la promesa. Si ellos insisten en la herencia de Abraham deben recordar que éste tuvo un hijo según la carne el cual no compartiría la herencia. Sara la esposa de Abraham, no le había dado ningún hijo y había llegado a una edad que le era imposible tenerlo, por lo que decidió darle un hijo por poderes -un anticipo de madre de alquiler- con Agar, la esclava egipcia, una práctica aceptada en su cultura. Años más tarde, Abraham y Sara recibieron la promesa divina de que tendrían un hijo propio y la promesa se cumplió. Mientras el hijo de la esclava nació según la carne, es decir, según el curso normal de la naturaleza, sin que incluya ninguna censura moral, el hijo de Sara nació de acuerdo con la promesa de Dios.

  2. El significado de los dos pactos (vv. 24-27)
    Una vez ha hecho referencia a la historia bíblica, dice que ahora debemos entenderla como alegoría en la que los personajes se convierten en figuras o tipos de algo mucho más elevado, tomándolos como ilustración de los dos pactos: el pacto de la ley y el pacto de la gracia. Sin embargo, invierte el orden normal de la comparación, que sólo ocurre aquí en los escritos paulinos. Mientras Isaac era el padre de los judíos y los descendientes de Ismael eran gentiles, el apóstol invierte el argumento para convertir al hijo de la esclava en figura de la ley y de la Jerusalén terrena y el hijo de la libre es figura de la Jerusalén de arriba o de la promesa.

    1. El pacto del Sinaí (vv. 24-25).
      Ahora Pablo dice que el pueblo de la ley desciende de la mujer esclava, los hijos de la mujer libre son los que se reciben el evangelio de la justificación por la fe, que incluye una minoría de judíos y un número mayor de gentiles. Esta interpretación debió parecer absurda a los judíos. Pero para Pablo, la ley y la promesa son contrarias. Su propia experiencia le convenció de que la ley esclaviza mientras que el evangelio es un mensaje liberador. Por eso, el pueblo de la ley pertenece a la familia de Agar, ya que ella representa "el monte Sinaí, donde Dios entregó la ley, el cual da hijos para esclavitud", como la Jerusalén actual con todo el sistema legal, mientras que el evangelio es el cumplimiento de la promesa.

    2. El pacto de gracia, (vv.26-27).
      En oposición a la Jerusalén terrenal y al monte Sinaí está la Jerusalén celestial. Esta idea no es original de Pablo, pues la encontramos en Hebreos y Apocalipsis. No se trata de un lugar geográfico, sino de la comunidad del nuevo pacto. Según Pablo Sara es la imagen de la Jerusalén celestial, la madre del pueblo de Dios nacido en libertad, o sea por gracia. El triunfo final de la primera esposa sin hijos sobre la otra se celebra en el texto de Isaías citado por el apóstol. Pablo dirige las promesas del texto de Isaías a la Iglesia de la nueva era, la Jerusalén de arriba compuesta mayormente por gentiles. Antes, éstos eran estériles espirituales, no producían fruto para Dios, pero ahora que han respondido al evangelio les ha hecho fructíferos. La nueva Jerusalén tiene más hijos de los que jamás tuvo la antigua Jerusalén.

  3. La aplicación de la alegoría (vv. 28-31)
    Completando la alegoría, es obvio que los que nos hemos acogido a la promesa seamos como Isaac, entendiéndolo en clave del mensaje del evangelio (v. 28). Pero además deriva hacia otras aplicaciones que se pueden distinguir por dos parejas de contrarios:

    1. Según la carne/ según el Espíritu (v. 29).
      No es fácil comprobar bíblicamente la afirmación de que Ismael perseguía a Isaac, por lo que probablemente se refiere a las ocasiones en que los ismaelitas agredieron a los israelitas. Así ocurría ahora con la persecución de los cristianos por los judíos, una referencia a lo que le había sucedido al apóstol en sus viajes misioneros. La antítesis carne-espíritu la veremos en otra ocasión.

    2. El hijo de la esclava/el hijo de la libre (vv. 30-31).
      El asunto que dio origen a esta cita (Gn. 21:10) era bien sencillo: la imagen de Ismael jugando con su hijo pequeño le recordó a Sara que Isaac tenía un hermano mayor y creyó que la posición de su hijo no era segura mientras Ismael estuviera allí. Llama la atención la exigencia inmisericorde de Sara de que expulsara a la esclava y a su hijo, pero al margen de consideraciones morales, Pablo lo considera la palabra de la Escritura, de hecho la Palabra de Dios. Una cosa es evidente: la esclavitud de la ley y la libertad del Espíritu no pueden coexistir. La herencia prometida a Abraham pertenece a los hijos de la promesa, no pertenece a los que están bajo la ley porque son esclavos. El resumen de la alegoría  repite en el v.31 lo dicho en el v. 28. Los que por la fe pertenecen a Cristo son descendencia de Abraham, herederos según la promesa.

Conclusión (5:1) Ahora ya, sin emplear lenguaje alegórico, Pablo resume y aplica la enseñanza de la alegoría precedente y de toda la argumentación desde 2:14 en adelante. Emplea el imperativo "estad firmes" una expresión que repite en varias cartas, aquí relativo a la libertad en Cristo obtenida desde su conversión, con la advertencia de que no vuelvan atrás, no sólo a las prácticas idolátricas del paganismo esclavizante, sino también de ponerse el yugo de la ley como pretendían los judaizantes porque sería esclavizarse de nuevo. Este yugo es semejante al que se refiere Pedro en Hch. 15:10, donde critica el intento de imponer la ley a los gentiles cristianos porque tienta a Dios. Esta advertencia es también para nosotros que no podemos caer en el legalismo religioso.


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